lunes, 21 de enero de 2008

Cuidado con esas lágrimas

Aunque se trata de lágrimas frecuentes y molestas, el niño no está llorando. Su problema se llama obstrucción del canal lacrimonasal y es un trastorno que suelen padecer seis de cada cien niños, con mayor frecuencia a los dos o tres meses de vida. En la mayoría de los casos, es suficiente con realizar un masaje y con seguir las normas higiénicas correctas para curarlo. Sólo si se presentan complicaciones, deberá aplicarse otro tipo de tratamiento.

En primer lugar: Higiene
También la higiene tiene una importancia fundamental para solucionar una oclusión. Los ojos se deben lavar con regularidad, incluso varias veces al día, empleando gasitas empapadas en una solución fisiológica esterilizada (se encuentra en farmacias). Si hay una secreción amarillenta, que indica la presencia de bacterias, es conveniente emplear una gasita distinta para cada ojo en lugar de una sola para ambos. Si uno de los ojos está menos infectado, evitaremos que empeore.

Funciones que están muy bien definidas: lubrifican los ojos y eliminan las impurezas. Su viaje se inicia exactamente en la comisura externa del ojo, donde se encuentra la glándula lacrimal. El líquido que produce ininterrumpidamente mana entre los párpados y la superficie ocular, manteniendo un nivel ideal de humedad. Después, las lágrimas se deslizan hacia la comisura interior del ojo y penetran en los conductos lacrimonasales a través de dos pequeños orificios (los puntos lacrimales superior e inferior). Finalmente, llegan al llamado saco lacrimal, donde se van acumulando poco a poco. Cuando este depósito está lleno, la presión abre la válvula de Hasner y las lágrimas fluyen finalmente hacia la nariz.

Si el camino está obstruido.
Cuando el niño nace, los conductos lacrimonasales están cerrados. En realidad, el pequeño no los necesita porque las glándulas todavía producen muy poco líquido lacrimal. Sólo alrededor de los dos o tres meses de vida, se abren espontáneamente y permiten el paso de las lágrimas. Sin embargo, algunas veces, los canales son tan estrechos que se obstruyen debido a un simple resfriado o a cualquier ligera irritación de la mucosa por sustancias como el polvo, el humo, etc. También el mal funcionamiento de la válvula de Hasner puede bloquear el paso hacia la nariz, provocando que las lágrimas se estanquen. Esto produce un terreno fértil para la proliferación de las bacterias y entonces el niño lagrimea como si llorara.

¿Cómo curar la oclusión?
La obstrucción del canal lacrimonasal se cura durante el primer o segundo año de vida del pequeño, pero se puede intentar acelerar la curación espontánea mediante un sistema de eficacia comprobada: un masaje especial llamado "hidrostático".

La finalidad del masaje "hidrostático" es estimular la apertura de la válvula de Hasner. Con la punta de un dedo se ejerce una ligera presión, partiendo de arriba y prosiguiendo delicadamente hasta la nariz. Este movimiento se debe repetir en ambos lados un mínimo de cinco veces al día. La ligera presión ejercida en correspondencia con el saco lacrimal debe dar lugar a que la válvula quede desbloqueada, permitiendo el paso regular de las lágrimas. En el 90 por ciento de los casos, un mes de masajes es suficiente para resolver definitivamente el problema.

Si, a pesar del masaje hidrostático, el bebé presenta lágrimas, es muy importante que a la brevedad posible consulta a su Oftalmólogo pediátra. Los indicios que distinguen la obstrucción del canal lacrimonasal de una conjuntivitis normal son dos: La envoltura exterior del ojo, la blanca y opaca llamada esclerótica, no está enrojecida por capilares sanguíneos. Al apretar los lados de la nariz, de la comisura interior del ojo sale una sustancia amarillenta y densa. Cuando esto ocurre, nos encontramos ante una estenosis (estrechamiento) de los pequeños canales, que se ha complicado debido a la presencia de bacterias. El líquido lagrimal estancado suele infectarse a menudo, por lo que al despertarse el pequeño por la mañana tiene los ojos pegajosos y le cuesta abrirlos. En este caso, junto con los masajes hidrostáticos que antes ya hemos explicado se debe seguir un tratamiento que acabe con las bacterias.

La mejor terapia
De aparecer las bacterias, el pediatra prescribe un colirio o una pomada eficaces contra el Staphylococcus aureus, el microorganismo que con más frecuencia provoca la infección. Es muy importante evitar tratamientos no prescritos por el médico. Los antibióticos deben ser aconsejados por un especialista, que no sólo indicará los medicamentos, sino también las dosis más correctas según los casos.

Una pequeña intervención que funciona
Algunas veces, no es suficiente con el masaje hidrostático. Si la obstrucción no desaparece espontáneamente, está plenamente justificado recurrir a un sondaje de las vías lacrimales, una pequeña intervención que no requiere de internar al pequeño en el hospital. Se introduce una delgada sonda de plata por los pequeños agujeros situados en la comisura interior del ojo y, desde los mismos ,se desciende a través de los canales hasta la válvula de Hasner. Una vez abiertos los conductos nasolacrimales y "forzada" la válvula, las lágrimas encuentran finalmente el camino libre. La intervención sólo dura escasos minutos y al pequeño únicamente se le administra un ligero sedante

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