lunes, 21 de enero de 2008

Estás preparada para aceptar el noviazgo de tus hijos

Durante el tiempo que has educado a tus hijos has procurado darles lo mejor, formarlos de la mejor manera, pagar lo necesario para su bienestar y en ellos tienes puestas todas tus ilusiones.

¿Te imaginas el día en que tu pequeño se convierta en médico o tu niña sea toda una profesional felizmente casada y con unos niños preciosos que serán tus nietos?

Todo lo que te faltó a ti se lo has tratado de dar a ellos; todo lo que no has podido realizar quieres que lo lleven a cabo ellos. El futuro se te presenta próspero y feliz, pero un buen día aparece en tu casa un extraño jovencito por el que no darías ni un centavo y resulta ser el flamante novio de tu hija. O bien, una chica que se presenta como la novia de tu hijo y que trae unos pantalones que tú ya hubieras tirado a la basura.

No creo que hasta hoy haya nacido la persona que una madre quisiera para sus hijos; ni el más guapo príncipe o princesa serían suficientes para nuestros incomparables bebés.

Algunos padres están más preparados que otros para aceptar las elecciones libres de sus hijos y disfrutar de todas sus etapas.

Tus consejos son muy valiosos

Un consejo de ninguna manera es una tortura psicológica. Tú puedes ayudar a tu hijo o hija a reflexionar sobre v arios puntos importantes sobre el noviazgo:

Identificar el sentimiento. ¿Es amor, es enamoramiento o es una simple atracción?.

La atracción es pasajera, superficial y desaparece en cuanto el galán o la chica se presentan despeinados o de mal humor. El enamoramiento busca recibir cariño, cuidados, etc., por parte de la otra persona y está basado en ilusiones e ideales. Es pasajero y tan intenso como frágil. El amor busca dar, procurar el bienestar del otro y está basado en la realidad y la generosidad; es duradero y firme.

Que el novio o la novia no sean un parche para tapar una baja autoestima, o bien, una tabla de salvación para tener pareja segura en las fiestas o para salirse del ambiente tenso de su propia casa.

Que no sea un medio para agredir a los padres o para inquietar al joven que realmente les gusta.

Que no establezca una dependencia excesiva de tal forma que dejen de ver a sus amigos o descuiden considerablemente sus estudios, volviéndose incapaces de llevar vidas sanas e independientes.

Que los novios no sean simplemente un recurso para reafirmar su masculinidad o femineidad, o bien, un medio para sacar sus impulsos y deseos.

Puedes ayudar a tus hijos a identificar qué es lo que les atrae del otro: Si se trata de su aspecto físico o del hecho de que baile bien. O si les atrae su forma de ser, de pensar y sentir e incluso hasta los defectos de él.

Establece reglas

Los padres debemos cuidar a nuestros hijos en todos los ámbitos. Protege a tu adolescente de su propia impulsividad, de su inquietud por experimentarlo todo y vivir de prisas.

Establece reglas en cuanto a horarios, lugar y circunstancias en las cuales tu hija puede recibir al novio o salir con él. Busca que estas reglas no sean tan estrictas que los inviten a no cumplirlas, pero tampoco seas tan permisiva en una edad en la que necesitan controles externos. La clave está en la flexibilidad controlada.

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