1. Matrimonio y sentimientos
Matrimonio. El amor verdadero se hace con el esfuerzo por hacer feliz al otro.
Hay quien piensa que el enamoramiento y la pasión del principio de una relación deben mantenerse siempre y que, en caso contrario, si estos sentimientos desapareciesen, significaría que el matrimonio está acabado. En tal caso, ya no tiene sentido seguir juntos y, por tanto, lo mejor sería romper el matrimonio.
Sin embargo, este pensamiento es erróneo porque basar el amor exclusivamente en los sentimientos es no avanzar en la relación y vivir un amor frágil e intranscendente, que nunca llegará a conocer la gran dimensión y profundidad del amor sólido y duradero que se consigue con esfuerzo y voluntad.
No se puede trivializar el matrimonio, dejándolo a merced de los sentimientos. Éstos varían continuamente, dependiendo de muchos factores: cansancio, estrés, estados de ánimo... El matrimonio se basa en el amor, amor verdadero y entregado, aquél que exige renuncia y esfuerzo, que lo da todo por el otro y que no busca la propia felicidad si no la del otro.
2. Matrimonio y compromiso
Cuando una pareja contrae matrimonio libre y responsablemente, se compromete a cuidar el amor y a mantenerlo en el tiempo, haciendo de su matrimonio una unión firme y madura.
Para que el matrimonio sea duradero, previamente han debido reflexionar sobre el significado de esa unión y los compromisos que eso conlleva. Hay que reflexionar sobre uno mismo y sobre el cónyuge para tener un conocimiento profundo de él y de la pareja en sí, saber qué les une y si es posible realizar con esa pareja un proyecto de vida en común o si, por el contrario, existen diferencias o características que desde el principio nos harían vislumbrar un fracaso matrimonial.
Para conservar el amor debemos mantener una lucha incesante, diaria, ya que es en el día a día donde tendremos que vencer todos los obstáculos que vayan surgiendo y donde nos sentiremos cansados, desanimados, alegres, preocupados...
En definitiva, la unión matrimonial necesita de un esfuerzo continuo para mantener la satisfacción que esperábamos alcanzar al casarnos con la persona que amamos.
El verdadero amor conyugal confía y se apoya en su pareja y, a pesar de las dificultades que van surgiendo a lo largo del tiempo, se mantiene ilusionado y comprometido.
3. Superación continua
Lo mejor que podemos ofrecer a nuestra pareja es el esfuerzo por superarnos continuamente, tratando de vencer los propios defectos e intentar mejorar en todos los ámbitos de nuestra vida: familiar, profesional, intelectual, social...
La pareja debe ayudarse a crecer como personas, a superarse y a perfeccionarse en todo aquello que sea posible.
Para ello, deben contar siempre con el apoyo mutuo y el buen consejo del otro, tratando de entender qué es lo que le preocupa o desea para poder ayudarle.
Debemos ser conscientes de las limitaciones y posibilidades de nuestro cónyuge, aceptar aquellos defectos que no puede superar y no esperar por encima de sus posibilidades.
De igual forma, el matrimonio debe estar en continuo crecimiento, avanzando con el tiempo y enfrentándose juntos a las distintas etapas que presenta la vida.
El matrimonio es un proyecto de dos que se nutre de las aportaciones de uno y otro. Ambos deben ser personas que evolucionen positivamente, aportando siempre lo mejor de ellos mismos y estableciendo objetivos y un plan de vida común que le permitan alcanzar un mayor grado de compenetración.
4. Sugerencias para conservar el amor
Para mantener el interés y el entusiasmo dentro del matrimonio no basta con amar al otro, sino que hay que saber cómo hacerlo:
- Buena comunicación.
El amor no puede mantenerse sin tener una buena comunicación entre los cónyuges. Para ello, hemos de saber escuchar mostrando interés por todo lo que dice nuestra pareja y por todo lo que le rodea, su vida, su trabajo, etc. Debemos buscar ratos de intimidad donde la conversación sea fluida y no sea interrumpida por los hijos, teléfono, etc.
- Complicidad.
Nuestra pareja debe ser en todo momento nuestro cómplice, debe conocer nuestros sentimientos, emociones e intimidades. Debe ser nuestro compañero y amigo que nos acompaña y nos apoya en todo momento y quien nos ame incondicionalmente sin esperar nada a cambio.
- Cuidar los detalles.
Los pequeños detalles son muy importantes en una relación, tanto los positivos como los negativos. Estar pendiente de nuestra pareja y adelantarnos a sus necesidades sin que el otro tenga que pedir ayuda o sorprenderla con una cena o un regalo inesperado, son detalles que alimentan la relación. Por otro lado, también debemos evitar esas pequeñeces que tanto desagradan a nuestra pareja y que a fuerza de repetirlas resultan imposibles de soportar.
- Respeto hacia la pareja.
En toda relación debe primar el respeto y la confianza. No debemos caer nunca en los insultos o descalificaciones. Hay que cuidar el trato que tengamos con nuestro cónyuge para que en ningún momento resulte ofensivo. En las discusiones, debemos evitar siempre los gritos, insultos o malos gestos, de lo contrario se perdería el respeto por la pareja y la relación se deterioraría siendo casi imposible recuperarla.
martes, 12 de febrero de 2008
Cómo conservar el matrimonio
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