martes, 12 de febrero de 2008

Disminución o pérdida del deseo sexual

1. Disminución o pérdida del deseo sexual

Conflicto. La pérdida de deseo sexual puede causar un problema en la relación.


La persona con deseo sexual bajo no siente interés por lo sexual, no busca la actividad sexual, y no tiene fantasías sexuales. El placer cuando lo obtiene es fugaz.
Las actividades sexuales se evitan y son vividas con crispación y angustia. A veces se tienen relaciones, pero sin deseos por no defraudar a su pareja, "lo hago por él", "o por ella".

Y cuando se repite este mecanismo, la fractura se hace más grande. El cuerpo se anestesia y los reflejos sexuales pueden dejar de funcionar correctamente. La pérdida de deseo puede comenzar por una disminución de la respuesta sexual.

Las caricias, los besos, los preliminares ya no resultan excitantes. Pero también, nos encontramos con personas en las que el sexo llega a ser algo aversivo y temido. Hasta llegar a la aversión sexual, fobia que conlleva evitar todo contacto sexual.

Sabemos que el miedo inhibe el impulso sexual y, si ante peligros fantaseados reaccionamos con miedo, el impulso sexual desaparece. El deseo sexual es un impulso y factores físicos y psicológicos pueden perturbarlo.

2. Causas


2.1. Fisiológicas

- La depresión. En el cuadro depresivo se reduce el interés sexual.
- El estrés. Situaciones de tensión, problemas laborales, familiares, muerte de un ser querido, divorcio, etc. El interés sexual decae.

- Síntomas asociados a la menopausia y causas hormonales. Las mujeres que padecen sintomatologia asociada a la menopausia (astenia, dispaurenia, calor, sofocos o incontinencia, presentan disminución del deseo sexual).

- Bajo nivel de testosterona, hormona que determina el deseo sexual en hombres y mujeres.

- Fármacos.Determinados medicamentos tienen efectos adversos sobre la función sexual. Es importante indagar los fármacos de prescripción frecuentes como algunos antidepresivos, diuréticos y antipsicóticos.

- Drogas y alcohol. El uso de determinadas drogas y sobre todo el alcohol.

- Desinterés sexual tras enfermedades físicas graves.


2.2. Psicológicas

El estar enojado o enfadado con su pareja es la queja más frecuente que se escucha en la consulta. Puede ir desde malentendidos remediables, pequeñas frustraciones o la simple irritación, que nos llevan a alejarnos del sexo.
A veces los problemas son más graves, como cuando se lucha por el control de la relación, y el sexo se utiliza como arma arrojadiza.

El enfado y el amor tienen una fatal convivencia. Si nos sentimos heridos o menospreciados el deseo sexual desaparece, empieza una especie de cuenta atrás donde se buscan injusticias pasadas.

Se ha estudiado la relación entre la pérdida del deseo sexual y el temor a la intimidad. Personas que han sido heridas temen que esta situación se repita.

Una buena relación sexual fortalece los lazos y proporciona un sentimiento de pertenencia. Por contra, la ausencia de contacto puede generar una sensación de seguridad emocional, que puede llevar a algunas personas a luchar contra sus propios deseos...

En ocasiones los pensamientos actúan como interruptores. Hay personas que se concentran en lo que falta, en lo que no funciona, en las carencias del otro/a. Y por supuesto el deseo sexual se apaga.

Si no existe atracción entre la pareja o uno de ellos no se considera atractivo; Si se teme fracasar; O si no se dedica tiempo suficiente al juego amoroso y a la seducción, el deseo sexual disminuye.

3. Tratamiento


El tratamiento depende de las causas. Será un tratamiento médico cuando la falta de deseo se deba a algunas causas fisiológicas descritas. Y será la terapia de pareja en problemas relacionales o vinculares.
Uno de los enfoques está centrado en las soluciones (en lo que sí que va bien, en lo que funciona). Se prescriben tareas que ayudan a vivenciar, a explorar y a conocerse mutuamente. Los objetivos los deciden los pacientes y los psicoterapeutas son los acompañantes en este viaje hacia el autoconocimiento.

4. Por cultivar


- El abandono sexual supone dejarse llevar, dejarse tocar, dejarse sentir... En definitiva, ser vulnerable.
- Luchar contra la rutina. Incentivar los buenos momentos.

- Preparar el escenario: "cómo y dónde quiero que ocurra". Estímulos externos como la vista, el tacto, el olor o la música influyen sobre el estado del deseo.

- Sólo conociéndonos a nosotros mismos podremos compartir con el otro/a.

- Tener tiempo para hablar, expresar lo que nos gusta y lo que no. Verbalizar los sentimientos positivos y negativos.

- La ternura, las caricias y la proximidad afectiva, nos hacen disfrutar del sexo.

- No llevarnos a la cama las preocupaciones o la agenda.

- Responsabilizarse del propio placer y no esperar que lo proporcione el otro/a.

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