martes, 12 de febrero de 2008

La pareja ante el nido vacío

La emancipación de los hijos da lugar al inicio de una nueva etapa en la vida de los padres, en la que tendrán que aceptar y superar la ausencia de sus hijos y la tristeza que sienten cuando el nido se queda vacío. La forma de reaccionar ante esta situación variará en función del carácter y de la forma de vida de cada persona.

1. Síndrome del nido vacío


Nido vacío. Los padres deben adaptarse a la nueva situación y retomar la vida de pareja.




Cuando hablamos del nido vacío nos estamos refiriendo a cómo queda el hogar cuando los hijos se marchan para iniciar otro tipo de convivencia, bien sea para formar una nueva familia, por motivos profesionales o en busca de independencia.

La vida de los padres se ve modificada por la emancipación de los hijos. De pronto, se encuentran solos y no saben qué hacer en su propia casa, los hijos ya no están y eso supone una serie de cambios en sus vidas. Tendrán que aceptar su ausencia y adaptarse a la nueva situación, pero sobre todo tendrán que superar la sensación de vacío y soledad que se experimenta cuando los hijos se marchan del hogar.

2. Una nueva etapa


Esta situación da lugar al inicio de una nueva etapa en la evolución de toda familia, que comienza con la salida del último hijo del hogar. La pareja se encuentra ante lo que llamamos "nido vacío", el hogar está diferente, todo ha cambiado, la atención sólo se centra en nuestra pareja o en nosotros mismos.

Atrás quedaron las discusiones, el ruido, las entradas y salidas de unos y otros y las continuas preocupaciones por los niños. Ahora comienza una nueva etapa en la que la relación con los hijos es diferente. Los padres empiezan a verlos como personas adultas, independientes, son conscientes de que han iniciado su propia vida y de que ellos ya no son imprescindibles para sus hijos.

En lugar de alejarnos de los hijos, la distancia puede acercarnos aún más a ellos, pues nos proporciona una relación más liberadora para todos y muy satisfactoria cuando se ha podido preservar una buena relación. En tal caso, sólo cambian las formas, se vive en otro lugar pero los sentimientos y la comunicación siguen siendo los mismos.

Por otro lado, en esta etapa los padres vuelven a encontrarse como pareja. Es un momento difícil para ambos y haber sabido mantener un amor de pareja separado de su vida familiar ayudará a superar la ausencia de los hijos y será muy beneficioso para ellos y para volver a vivir su propia vida de pareja con ilusión y con nuevos proyectos.

3. La mujer ante el nido vacío


La actitud de la mujer ante el nido vacío es diferente según su forma de vida. Hay una clara distinción entre las mujeres que trabajan fuera de su casa de las que se dedican exclusivamente a las tareas del hogar y a los cuidados de los hijos.

En el primer caso, en las mujeres que trabajan fuera, la emancipación de los hijos, generalmente, se vive de forma más natural, sin trauma ni temor a quedarse solas. Son madres que tienen una vida activa fuera del hogar con perspectivas laborales y proyectos personales. Estas madres notarán igualmente la ausencia de sus hijos, pero su vida no cambiará tanto.

En el segundo caso, las mujeres que sólo trabajan en casa, piensan que su vida pierde sentido. Su trabajo ha girado siempre en torno a los hijos y con la marcha de éstos sus vidas sufren un cambio radical, se sienten más angustiadas y vacías. La salida de los hijos para ellas supone una mayor pérdida, consideran que pierden su identidad y les resulta más difícil adaptarse a la nueva situación, no saben qué hacer.

Sin embargo, no podemos olvidar que existen muchas madres que aun teniendo como único trabajo el del hogar, tienen un desarrollo personal pleno con una vida llena de actividades. Ellas también echarán mucho de menos a sus hijos, pero les resultará más llevadero, tienen otros intereses en su vida.

En realidad, no depende de trabajar o no fuera del hogar, sino de los recursos que tiene cada mujer para seguir encontrando sentido a su vida. Éstos dependen de su equilibrio emocional, de su inteligencia, autoestima, generosidad y capacidad de adaptación. Las madres en las que falle esto no sabrán aceptar que el hijo se va y seguirán queriendo controlar su vida y chantajeándolos para que pasen el mayor tiempo posible a su lado.

También depende de la relación que tengan con su pareja. Si se quieren y se compenetran, aceptarán mucho mejor la nueva situación y sabrán sacarle partido. Por el contrario, si la madre no ha encontrado apoyo en su pareja tendrá su vida volcada en sus hijos y demandará de éstos el afecto que debería proporcionarle su pareja.

Estas madres usan su poder afectivo para retener emocionalmente a los hijos, interfiriendo incluso en su vida de pareja. Si estos hijos no tienen la suficiente madurez afectiva, llegan a provocar verdaderos problemas en la relación con sus parejas que pueden incluso acabar en la ruptura.

De igual forma, hemos de destacar que aunque este síndrome puede afectar por igual al padre y a la madre, suele ser más acusado en las madres, ya que tradicionalmente la maternidad se ha considerado el rol principal en la vida de toda mujer y la vida de la madre suele estar más vinculada a la de los hijos.

4. Cómo asumir el nido vacío


Todos los padres han de estar preparados ante la sensación de tristeza y soledad que supone la marcha de los hijos del hogar. Deben tratar de superarlo lo antes posible y afrontar la nueva etapa con actitud positiva. Veamos algunas sugerencias que pueden ayudarnos para afrontar esta etapa con una actitud positiva:

- Pensar que nuestros hijos han crecido y madurado como personas adultas, capaces de tener una vida independiente y con la suficiente autonomía para enfrentarse ellos solos a la vida y a las dificultades cotidianas. Al final, esto es lo que todos los padres equilibrados pretenden con la educación que les han ido dando a sus hijos a lo largo de la vida.

- Tener claro que la marcha de los hijos no significa perder la relación con ellos, sino una relación diferente basada más en la comunicación que en la rutina diaria, una relación entre iguales y viendo la evolución de nuestros hijos como personas, y quién sabe, a lo mejor eso significa que pronto seremos abuelos.

- Retomar la vida de pareja. Es un buen momento para retomar la vida de pareja. Ahora podemos hacer realidad todos aquellos proyectos que nos ilusionaban pero que las obligaciones familiares no nos permitían realizar. Es el momento de disfrutar de nuestra pareja y de las nuevas oportunidades que nos presenta la vida, sin ningún tipo de ataduras ni obligaciones.

- Ocupar el tiempo libre. Debemos realizar actividades que nos distraigan y nos hagan disfrutar, ya sea realizando por ejemplo algún deporte, clases de cerámica, pintura, etc. Aprovechemos también esta etapa para relacionarnos más con los amigos. Es muy gratificante salir a comer o a cenar con amigos, o ir al cine, al teatro, etc.

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