martes, 12 de febrero de 2008

El papel de la imaginación en la sexualidad

1. ¿Cómo soy? La imagen corporal


Caricias. Los roces, las caricias... son fundamentales para disfrutar plenamente. (PS)


La imagen que desarrollamos de nuestro propio cuerpo tiene que ver con la infancia, con el sentirse amado, con el contacto piel a piel, con el aroma de la madre al sentirse acariciado.
W. Reich fue el primero en advertir que utilizamos el cuerpo como blindaje contra nuestras propias angustias. Hay personas condicionadas desde los primeros aprendizajes, que desconectan cuando sienten algo agradable, y automáticamente se ponen tensos.

Cuando negamos una sensación, esa zona del cuerpo se pone rígida o tensa. Así, la pelvis se retrae cuando tensamos los músculos anales para reprimir la rabia. También hay personas que contraen los músculos genitales para reprimir las sensaciones sexuales.

Es como si fabricaran un corsé para protegerse y no sentir. Si tensamos nuestro cuerpo, vamos suprimiendo las sensaciones vitales de deseo, de excitación y de placer.

La tensión es una respuesta del organismo para no sentir, pero tenemos que entender que a través de estas respuestas, el placer no lo vamos a experimentar y cerramos nuestro cuerpo hacia la sexualidad.

Respirar conscientemente nos va a ayudar a conectar con las sensaciones físicas y a incrementar el placer.

2. Vivencias del cuerpo


Las personas no sólo necesitamos recibir, sino también dar caricias. En resumen: Dar y recibir. Estas acciones son en realidad una misma cosa. Sólo vamos a recibir si somos capaces de dar.
Jean Paul Sartre decía que la caricia "no es un simple roce de epidermis: es, en el mejor de los sentidos, creación compartida...", al acariciar comunicamos nuestros sentimientos, intentamos sentir lo que siente el otro/a .

Aceptar nuestro cuerpo es la primera premisa. Esto nos ayuda a conocernos, a saber lo que nos estimula, ser conscientes de lo que sentimos... A través del propio conocimiento, podemos aprender lo que es estimulante para el compañero sexual.

¿Qué sentimos a través de las caricias? Calor, electricidad, cosquilleo, enervamiento, plenitud, etc. Las sensaciones son individuales y tienen que ver en cómo nos sentimos con nuestro propio cuerpo, con la afectividad, con las vivencias y, sobre todo, con el hecho de haberse sentido amado, acariciado y valorado.

En algunos puntos de nuestro cuerpo sentimos especialmente el placer despertado a través de besos, roces, manos enamoradas que se pierden en el cuerpo. A estos puntos los llamamos zonas erógenas. Así se han considerado: el pene, el clítoris, el pecho y las tetillas.

Hay otros puntos secundarios, en el cuello, ombligo, espalda o las orejas, tan placenteros como los considerados puntos clave en el placer.

El explorar el cuerpo es como el símil "del viaje". Para planificar ese recorrido necesitamos: mirar en el plano, tener información, visitar los monumentos más importantes, pero también los rincones más entrañables.

Son muchos los parajes que pueden ser disfrutados y siempre partiendo de las vivencias corporales. La búsqueda de sensaciones puede iniciarse en cualquier parte del cuerpo. Conocer el lenguaje de la piel es uno de los componentes de la sexualidad.

3. Tocarse


En los seminarios de Educación Sexual tanto ellos como ellas siempre expresan: "Él no sabe cómo tiene que tocarme". "Ella no me toca lo suficiente o lo hace suavememte".
El arte del masaje sensual es algo que la pareja va aprendiendo en la exploración mutua. Amasando, reconociendo y manipulando, ambas partes aprenderán lo que les gusta y lo que les irrita.

A veces, los efectos más sensuales se logran recorriendo las zonas menos evidentes. Recrearse, dar y recibir un masaje, nos introduce en la vía sensorial. Es un medio de aceptar nuestro cuerpo y el de los demás.

Los amantes exploran sus cuerpos, redescubren puntos sensibles, con la lengua, los dedos, la piel, etc. Es un tiempo para jugar con los sentidos, gozar de la vista, el tacto, el olor y sabor.

Todo el cuerpo puede ser erógeno. Son importantes las yemas de los dedos, porque actúan como antenas sensoriales a través de las cuales leeremos el cuerpo del otro/a, y descubriremos y estimularemos sus partes más sensuales.

Todas las zonas del cuerpo, hasta las más inusuales: detrás de las orejas, interior de los codos, párpados, el ombligo o la zona púbica, pueden proporcionar placer. Serán los amantes los que decidan hasta dónde quieren llegar. Acariciarse sin prisas con los ojos cerrados es aún más sensual.

Las mujeres se quejan, muchas veces, de la rudeza de los hombres al acariciar, y lo viven como poco placentero. Los hombres a veces relatan que las mujeres les acarician ejerciendo poca presión.

Hay que saber que a medida que aumenta la excitación sexual, resulta excitante más presión. El rubor sexual aparece cuando los capilares sanguíneos se dilatan. Entonces, distintas zonas del cuerpo se van coloreando, y todo esto indica la excitación sexual.

4. A cultivar


- Explorar la sensibilidad corporal es un camino individual. No sirven las fórmulas de expertos.
- Todo nuestro cuerpo es erótico. Sólo debemos redescubrirlo.

- Respirar al mismo ritmo que el amante, acompasando mi respiración a la suya.

- Dejarse llevar, dejar de controlar o dejarse mimar supone perder inhibiciones y empezar a sentir.

- Son los propios amantes los que deciden hasta dónde quieren llegar.

- El deseo sexual empieza a revivir a través de la piel y de los demás sentidos, con besos, caricias, masajes, abrazos, etc.

- Isabel Allende, Retrato en Sepia: "No había hecho el amor amando desde hacia más de seis años, pero no permitió que la prisa lo encabritara. Tantas veces había recorrido el cuerpo de Elisa con el pensamiento y también lo conocía, que fue como andar por sus suaves hondonadas y pequeñas colinas con un mapa".

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